Según Ned Flanders de Los Simpsons, los impuestos sirven para todo: la policía, los árboles, el sol y hasta para los pícaros a los que no les gusta trabajar. ¡Jajaja! No está tan lejos de la realidad, ya que nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la fracción IV del artículo 31, dice que es obligación de los mexicanos contribuir para los gastos públicos de la Federación, los estados y los municipios de manera proporcional y equitativa, según lo dispongan las leyes tributarias.

Las contribuciones se pueden clasificar en aportaciones de seguridad social, contribuciones de mejoras, derechos y los impuestos, que es el tema de este blog. Dentro de los impuestos, tenemos los siguientes:

Federales:

  • Impuesto Sobre la Renta (ISR): Lo pagamos por ganar dinero.
  • Impuesto al Valor Agregado (IVA): Este es el impuesto al consumo, que se aplica cuando compramos cosas o servicios.
  • Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS): Este es el impuesto que pagamos por irnos a tomar una miche, refresco o fumarnos un tabaco (sí, ese famoso impuesto a los viciosos). Y si tienes carro para ir por esas miches, también lo pagarás por el consumo de gasolina.
  • Impuesto Sobre Automóviles Nuevos (ISAN): Como su nombre indica, es el impuesto por comprar un auto nuevo.

Y no olvidemos los impuestos estatales, como el impuesto por tenencia vehicular en algunos estados y el impuesto predial.

Así que sí, estimado lector, los legisladores han tratado de abarcarlo todo para asegurarse de que no escapemos del pago de impuestos en México. Todo esto es supervisado por el Servicio de Administración Tributaria (SAT), que algunos llaman “SAT-ANICO”.

En la próxima entrada, hablaremos un poco más sobre el SAT y cómo funciona en el sistema tributario mexicano.

¡Hasta la próxima!

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